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Escritos sobre Historia, de Héctor J. Iaconis

Buenaventura N. Vita, historiador de 9 de Julio

Buenaventura N. Vita, historiador de 9 de Julio

* Por Héctor José Iaconis

Muchas veces he recorrido, desde varios años atrás, los textos manuscritos y mecanógrafos, inéditos o impresos, completos o fragmentarios de Buenaventura N. Vita. Los he observado, primero con la inquietud de un adolescente que deseaba acercarse al pasado de su comunidad, en otras ocasiones, intentando hallar algún prurito de originalidad o una novedad luego de la relectura, y luego con la admiración de quien contempla una obra que, aunque perfectible, no deja de ser encomiable y de irradiar una luz que cautiva. Cada vez que penetro en un texto suyo parece surgir delante una novedad, algo nuevo, aún no revelado, que no había hallado en anteriores lecturas.

Las dos versiones que conocemos de Crónica Vecinal, el más extenso y trascendental de sus escritos, son la más viva expresión de un trabajo agudo y arduo. Si bien no son piezas de valor literario, pues la redacción tiende a poseer una sintaxis poco ágil que no por eso deja de ser límpida; ni tampoco una  obra ceñida estrictamente al rigor de la investigación científica, su indiscutible mérito  consiste en la propensión recurrente a presentar los acontecimientos de una manera nítida y veraz, acotada sobre todo a la inquisición de las fuentes documentales. Vita ofrece, de este modo, por primera vez, la historia de 9 de Julio a través de una relato llano que deja ver, incluso, el alma misma del ser nuevejuliense, el forjamiento de la identidad y de la idiosincrasia de una sociedad; y, de otro modo, también, aproxima al pensamiento mismo de su autor, un hombre amante de la verdad.

Los párrafos que siguen, de ningún modo puede considerarse un ensayo  biográfico acerca del primer historiador del Partido de 9 de Julio. Bien se ha dicho que el arte de la biografía está relacionado “con el destino del hombre”, con el “conocimiento del espíritu y de la penetración de los caracteres” y consiste en el “análisis psicológico, la percepción y el ordenamiento de una maquinaria interna, la capacidad de distinguir dentro de ella ejes, palancas, ruedas y engranajes cada vez más delicados”[1]. Una vida tan prolífica como la de Vita y la fructuosa obra emprendida a lo largo de aquella, requieren de un estudio mucho más acabado y profundo.

Tan siquiera pretendemos esbozar una semblanza breve, donde pueda citarse algo de su importante contribución al estudio del conocimiento histórico en 9 de Julio  y de sus desvelos por preservar las fuentes primarias y la información que ellas aportaban... Sirva, pues, este trabajo breve, como un humilde homenaje a Buenaventura Vita, aquel caballero de grandes dotes humanos que, siendo ilustrado y magnánimo, procuró ser esencialmente bueno.

- I -

UN HOMBRE Y SU TIEMPO

La mayor parte de la existencia de Buenaventura N. Vita transcurrió en 9 de Julio, lugar de su nacimiento. Solamente el tiempo que le demandó completar sus estudios universitarios permaneció fuera.

Su familia se había radicado a escasos años de la fundación del todavía el promisorio pueblo. Sus padres, Francisco Vita Molinari y Celestina Anunziata Magnoni Balbiani, ambos italianos[2], había contraído matrimonio en 9 de Julio a finales de 1881[3]. Poco menos de tres años más tarde,  el 22 de junio de 1884[4], nacía Buenaventura Noe, quien tempranamente, desde la primera infancia, comenzó a ser receptor de anécdotas y “pequeñas historias”, transmitidas por sus mayores, acerca de  los orígenes del pueblo.

Infancia y adolescencia

Sus estudios primarios los comenzó en 1890, en la Escuela Elemental nº 3, de 9 de Julio.  En una “Memoria” sobre sus años de estudiante, que redactó medio siglo más tarde, recordaba:

A esa escuela concurrí un breve lapso de tiempo; me inscribieron en el mes de junio, y a los pocos días de concurrir a clase, mi precaria salud hizo crisis y pasé el resto del año escolar enfermo y convaleciente[5].

Hacia febrero del año siguiente, sin embargo, fue inscripto en la Escuela Elemental de Varones Nº 1, que a la sazón dirigía el maestro Rafael Muzio. Para ese entonces, era el establecimiento educacional más prestigioso del lugar. Su director, a pesar de las discrepancias que más adelante mantendrá con otro educador, poseía buenos dotes educacionistas y, es evidente, marcó su influencia entre los alumnos.

La primera impresión –comenta Vita- que recibí, y [que] quedó profundamente grabada en mi cerebro, [...] fue la que me produjo el señor Muzio, de severidad paternal con el alumnado[6].

En su niñez ya había comenzado a padecer uno de los problemas, en su salud, que habrían de afligirle a lo largo de su vida. Luego del traslado de la escuela, en 1892, al nuevo edificio levantado frente a la plaza principal, notaba:

A mí me resultaron las nuevas aulas un martirio visual, porque las ventanas que estas tenían [...] poseían celosías de madera, y cuando los rayos solares molestaba a algunos alumnos estas se cerraban, quedando los salones en penumbra. Resultando, desde esos instantes, que yo quedara inhibido de poder escribir, leer, etc., porque mi vista no me permitía ver nada[7].

Durante su adolescencia, cuando -según se estima- se ocupó de asistir a su padre en sus negocios, mantuvo un fluido contactos con los primeros pobladores de 9 de Julio, muchos de los cuales había llegado con las fuerzas militares fundacionales o poco después, y entonces ya transitaban la ancianidad. Esos testimonios orales fueron, si se quiere, el comienzo de su  prolongada tarea de recopilación de recursos y fuentes para el estudio de la historia regional.

Esos relatos, la más de las veces informales, le permitieron acercarse al pasado del lugar de una manera directa, casi vivencial; accediendo, quizá sin saberlo, a informaciones que no habría de encontrar luego en documentos escritos, después de los avatares sufridos por los pocos repositorios que existían.

Una vocación política: la antítesis de sus principios

Era aún joven, cuando se incorporó a la vida política partidaria, en el comité local de la Unión Cívica Radical. A diferencia de las personas que, en su tiempo, se encontraban vinculadas a la actividad política proselitista y partidaria, Buevantura Vita no se adecuaba completamente al ambiente que se vivía en los comités y menos aún a la violencia que solía desatarse en los días previos a los comicios o durante ellos. Era susceptible, cuando había alcanzado su madurez, a discernir por permanecer doce horas corridas en el silencio y la quietud de su biblioteca en lugar de media hora entre los jugos de azar y el bullicio de los centros de propagandismo político que imperaban entonces.

 No eran pocos, entre sus correligionarios, quienes disentían de su escasa participación en esas formas de “vida política” que manifestaba Vita, aún cuando era integrante de una lista de candidatos[8]. Aún así fue llamado por su partido para ocupar cargos de relevancia, como los de concejal  y consejero escolar.

Las elecciones del 14 de abril de 1917 le permitieron acceder por primera vez al Consejo Escolar de 9 de Julio, corporación en la que ingresó el 1º de mayo del mismo, y donde comenzó desempeñando, entre otros, el cargo de tesorero[9]. A partir de allí permaneció poco más de tres años[10], Era evidente que gozaba de cierto prestigio entre sus camaradas, pues en las elecciones de diciembre de 1918 resultó ser el candidato, para el Consejo Escolar de 9 de Julio, que más votos había obtenido[11].

En la sesión del 2 de enero de 1919, a pesar de intentar denegar el ofrecimiento, Vita fue investido como presidente del Consejo Escolar. No obstante haber insistido, el electo, en que tal cargo debía corresponderle a Alejandro Muzio, el integrante más anciano de ese cuerpo, los electores se habían ratificado en su votación[12].

Su labor en esta primera etapa fue prominente, pese a algunos contratiempos surgidos, ajenos al Consejo, pero que incidieron en el servicio. Los dos informes que dan cuenta de su gestión son una especie de escaparate que exhibe su escrupulosidad por llevar, de manera prolija, cada emprendimiento[13].

No permaneció ajeno, en efecto, de los problemas internos que se sucedieron en el comité de la Unión Cívica Radical de 9 de Julio a comienzos de la décadas de 1920. En 1923, como consecuencia de un nombramiento efectuado por el dirigente radical Eduardo A. Fauzón en la persona del escribano Esteban Dufourg, había comenzado a producirse una severa fractura en el seno del radicalismo local. Los partidarios se encolumnaron tras las figuras de Fauzón y del senador Guillermo Gougy (recibiendo las motes de “fauzonistas” y “gougynistas”) y comenzaron una lucha encarnizada que, por su magnitud y peculiaridades, encuentra pocos precedentes en otras comunidades de la provincia[14].  Buenaventura Vita adhirió a la línea “gougynista”, si bien no existen, o al menos no tenemos noticias, fuentes que prueben el grado de afección ni  los móviles que lo llevaron a elegir militar allí.

Luego de alejarse del Consejo Escolar, en diciembre de 1920, las elecciones realizadas ese mes lo llevaron a integrar el Concejo Deliberante[15], por espacio de un año, entre el 1º de enero de 1921 y el 21 de diciembre del año siguiente en que renunció.

No retornó a la función pública hasta enero de 1926, cuando fue elegido nuevamente presidente del Consejo Escolar. En este tiempo, quizá por las influencias tendenciosas que recibió de algunos de sus colaboradores y correligionarios, su actuación no fue del todo feliz. Un urticante conflicto, en particular, vino a generar tensión entre el Consejo y la Asociación de Maestros de 9 de Julio, arrastrando como victima al director de la Escuela nº 4, Enrique P. Cano, quien en algún tiempo había militado en las filas del “fausonismo”[16]. Vita, sin dudas, no pudo eludir la ingerencia política de su sector en la gestión frente a ese organismo.

En mayo de 1928,  volvió al Concejo Deliberante[17], donde permaneció hasta el 18 de septiembre de 1930, en que fue dejado cesante al ser intervenida la provincia de Buenos Aires. En ese lapso, su labor como edil fue más destacada y prolífica: Fue elegido presidente de la Comisión de Hacienda y Obras Públicas[18] y en tal condición promovió algunos proyectos interesantes[19].

La docencia y las instituciones, un breve paso

Vita había obtenido el título de Procurador Universitario Nacional, aunque fueron escasas las ocasiones en las que le cupo ejercer su profesión. La empresa de pompas fúnebres de su padre, que había administrado hasta finales de la década de 1920, le permitió formarse una posición muy solvente que se vio aún más solidificada con las rentas que recogía de sus propiedades inmuebles.

Su vida, más bien despojada de las preocupaciones económicas, le permitieron disponer del tiempo necesario para sus investigaciones históricas, de las que nos ocuparemos más adelante.

Ejerció la docencia, por breve tiempo, desde comienzos de junio de 1931, en el Colegio del Pueblo, que funcionaba en la esquina de Bartolomé Mitre e Yrigoyen, con los auspicios del comité local de la Unión Cívica Radical. La dirección del mismo estaba a cargo de su esposa, Aurea Basilide Lozza, quien escaso tiempo antes se había acogido a los beneficios de la jubilación después de ocupar la dirección de la Escuela nº 1.

Vita junto a Manuel Valenzuela tenía a su cargo la asignatura Contabilidad, en el primer curso[20].

A pesar de su temperamento un tanto retraído y adusto, siempre más dispuesto a la soledad de su estudio, prestó su participación en varias comisiones especiales. Del mismo modo, la mesa directiva del Club Atlético “9 de Julio” lo contó como decidido colaborador, tanto así que, legó como herencia su biblioteca privada a esa entidad, voluntad testamentaria que no fue cumplida.

 

- II -

ABRIR EL CAMINO: UN FECUNDO TRABAJO INTELECTUAL

Cuando Buenaventura Vita comenzó sus investigaciones tendientes a reunir testimonios, documentos, informaciones, acerca de la historia del Partido de 9 de Julio, recorría por primera vez un camino inexplorado. Hasta ese momento, los archivos existentes en la ciudad no habían sido consultados sistemáticamente con la finalidad de acometer una investigación de carácter histórico; y, de hecho, eran muy escasos los textos que circulaban impresos o publicados en prensa acera del pretérito del lugar.

Todavía menos se había hecho para preservar las fuentes, los testimonios y otros bienes culturales del pasado. Sólo el escribano Carlos Ortiz Costa, en una acción poco valorada en sus inicios, había procurado salvar objetos y documentos y ponerlos a disposición de sus vecinos: Siendo concejal había proyectado una ordenanza, sancionada el 8 de julio de 1916, por medio de la cual creaba “bajo la dirección Municipal, un Museo Histórico relacionado preferentemente con todo cuanto haya principalmente de atingencia a este Partido”[21]. Era sumamente loable la iniciativa de Ortiz Costa, pero debieron transcurrir cuatro décadas para que su anhelo comience a cobrar verdadera forma.

En cierto modo, Vita llegaba tardíamente para la consulta del archivo de la Municipalidad de 9 de Julio, cuyos volúmenes comenzó a compulsar a comienzos de la década de 1920 y volvió a revisar –esta vez con mayor rigor- a partir del 24 de agosto de 1929[22]. En julio de 1917 habían sido destruidos incontables documentos cuyo alcance temporal se ubicaba entre 1884 y 1917[23].

No menos importante fue su trabajo por reunir fuentes hemerográficas, impresos y publicaciones periódicas aparecidas en 9 de Julio desde la década de 1880. Su colección, en este sentido, adquirió una importante dimensión.

A mediados de 1919 ya demostraba su interés en la reunión de información histórica, pues había dirigido una nota al coronel Nicolás de Vedia solicitándole, presumiblemente, informaciones acerca del fundador de 9 de Julio[24]. También, en diciembre del mismo año, requería a un amigo suyo, radicado en Los Toldos, información acerca de los aborígenes de la tribu de Coliqueo[25].

Su perseverante labor le permitió formar, al cabo de algunos años, uno de los archivos particulares más copiosos en la región, que no dudaba en poner a disposición de toda persona que se lo requiriese. La minuciosidad en el registro de los datos fue una característica en el proceso de recolección de la información. Vita llevaba un cuaderno donde ordenaba el relevamiento de fuentes, el cual efectuaba en los archivos de instituciones de gestión oficiales o privada, mientras formaba un sin número de "fichas" que luego empleó para la elaboración de Crónica Vecinal de Nueve de Julio, sobre la que nos referiremos más adelante.

A fines de 1933 había adelantado notablemente el texto de su obra. Le preocupaba reunir las ilustraciones necesarias para el mismo[26] y requería a uno de sus amigos que indagara acerca de un taller gráfico apropiado para la edición en formato libro. Sobre lo último, Pedro Eppherre, antiguo vecino de 9 de Julio que se encontraba radicado en la ciudad de Buenos Aires, le escribía:

Cumpliendo su encargo visité los talleres gráficos de Porter Hnos. y otro de la calle Lavalle... Días pasados hablando con un pariente literato que piensa editar una obra, le pregunté por el precio de una edición y dice que hoy cobran barato por la falta de trabajo...[27]

Al mes siguiente, le invitaba a viajar a aquella ciudad para “activar la edición de su obra”.

Bibliófilo y coleccionista

Si bien, Vita, es reconocido por el mérito innegable de ser el primer historiador de 9 de Julio,  no debe desestimarse sus condiciones de bibliófilo, filatelista y coleccionista[28].

No podríamos afirmar acabadamente que, al comienzo del segundo cuarto de la década de 1910 y principios de la siguiente, la sociedad de 9 de Julio se constituyera en un ambiente propicio para una actividad intelectual de esa índole; o, mejor aún, que en la idiosincrasia de la mayor parte de los habitantes del lugar pudiera comprenderse o alentarse la inquietud de un vecino por conocer su historia. Si las comparáramos con la situación de otras ciudades, no eran tan relevantes las manifestaciones culturales que surgían entonces. Ocurre que, tal vez, la preocupación de aquella sociedad estaba centrada en otros intereses, la búsqueda de una consolidación definitiva, un momento en el cual se iban generando los avances en el progreso urbanístico, tecnológico y económico del lugar[29].

Esa realidad, sin embargo, no lo desalentó. No sólo formó una monumental biblioteca, sino que también la estructuró para que fuera una herramienta más en su labor. En cada uno de sus libros, folletos y otros impresos, solía colocar un sello de 4 por 7,5 centímetros, en el cual anotaba la signatura topográfica del ejemplar (número de registro, sala, biblioteca, estante, tabla, materia), de modo que le resultara simple devolverlo al lugar donde correspondía.

Aún se conserva un pequeño dossier titulado "Guía de clasificación de la biblioteca de B. N. Vita", por medio del cual es factible conocer la organización de su acervo[30]. En este caso particular, la biblioteca se hallaba ordenada a partir de cinco clases  temáticas o posiciones: I. Generalidades, II. Ciencias, III. Letras, IV. Artes, y V. 9 de Julio. Más tarde, agregó una sexta, denominado "Provincia de Buenos Aires", donde agrupó las constituciones provinciales, leyes y otros diversos volúmenes. En el título correspondiente a "9 de Julio" había ubicado correspondientemente documentos originales, impresos y publicaciones sobre "periodismo local", "partidos políticos locales", "comisiones-juntas-gobiernos locales", "balances", "ordenanzas-decretos-memorias", "estatutos-reglamentos", "asuntos personales", "censos-estadísticas", "planos y cartografía local", "publicaciones oficiales", "correspondencia particular-postales diversas" y "correspondencia sobre asuntos públicos personal"[31].

En lo que respecta a su búsqueda de vestigios históricos de orden documental, como así también las colecciones numismática, medallístico e iconográfica, todas alcanzaron importante dimensión y puede sostenerse que, a lo menos cuarenta años de su vida, fueron dedicados al cuidado y al incremento de esas piezas.

Los Concursos de 1936 y 1947

En marzo de 1936, Buenaventura Vita fue invitado a participar del primer “Concurso de Monografías sobre la Historia de los Pueblos de la Provincia de Buenos Aires”, organizado por el Archivo Histórico de la misma provincia y dispuesto por decreto del 7 de febrero de ese año. Si bien la fecha límite para la presentación de los trabajos era el 1º de julio, se apresuró a enviar los siete primeros capítulos de su obra completa, ya que uno de los requisitos era que los textos no excedieras las 150 páginas.

El título elegido para su monografía fue, como se verá, Crónica Vecinal de Nueve de julio. 1863-1870.

El 19 de junio, la auxiliar principal del Archivo Histórico, Guillermina Sors de Tricerri, recibía el paquete con el original y sus copias, de manos del sobrino del autor, Oscar Luchini, quien se encontraba radicado en La Plata. Al día siguiente, el secretario de esa institución, Rogelio Soria, se dirigía a Vita informándole que debía adecuar su presentación al reglamento del concurso, en lo que respecta al uso de la firma con pseudónimo[32]. Sin embargo, cuando su sobrino Oscar regresó al Archivo, en la tarde del 24 de junio, halló otras dificultades, entre las que resaltaban las inadecuadas dimensiones y los errores de tabulación en las páginas:

Hablé con el secretario –comenta Oscar Luchini a su tío-, el que me dijo que tu trabajo no se hallaba en condiciones reglamentarias pero que lo dejara. También me pidió que dijera que él te daba la seguridad que el trabajo sería considerado por los jurados que es lo que a vos más te interesaba... En las condiciones que está el tuyo hay otros tantos[33].

Empero no haberse ajustado la monografía a las normas fijadas para el diseño de la misma, el 17 de julio de 1936 fue seleccionada entre las mejores. El jurado, presidido por el doctor Ricardo Levene, director del Archivo Histórico de la provincia; el profesor Carlos Heras, presidente del Centro de Estudios Históricos de La Plata; Enrique Udaondo, director del Museo Histórico de Luján; el profesor Alberto Palcos, director de la Biblioteca Pública de la Universitad platense; el doctor Manuel M. Eliçabe, presidente del Círculo de Periodistas de la provincia; y ingeniero José Luis Burgüeño, director del Geodesia, recomendó la publicación de diez de las veintisiete obras presentadas, entre las cuales se encontraba Crónica Vecinal de 9 de Julio[34].

En la tarde del viernes 11 de septiembre de 1936 tuvo lugar la entrega de los diplomas a quienes habían participado del Concurso. Vita, quien no asistió a ese acto, se excusó en una nota dirigida al doctor Levene, a la vez que le solicitaba la remisión de su monografía para efectuarle nuevas correcciones.

A partir de esa fecha se ocupó de buscar las ilustraciones que aún no poseía, para insertar en la publicación que efectuaría, de su monografía, el Archivo Histórico.

Del mismo modo, se encaminaba hacia la conclusión de su opera omnia, con límite (¿parcial?) en 1900; y, a la vez, requería la colaboración de su amigo Eppherre para que le tomara apuntes en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional.

La muere de su hijo César Augusto, ocurrida en la madrugada del 15 de julio de ese año, había afectado muy hondamente su ánimo, lo cual se sumaba a los pesares que le causaba una grave enfermedad. Aún así, poco a poco, fue hallando un refugio, cada vez más intenso, en su trabajo historiográfico. En una carta al doctor Tomás D. West, le explicaba:

La obra completa que tengo en preparación e interumpió por ahora la muerte de “Petete”  [apodo con que llamaban a su hijo], que me dejó sin voluntad para nada, abarca del 63 al 900...

La obra es muy amplia, abarcará unas 750 páginas [...] pero no será editada hasta después que aparezca la edición del Archivo[35].

La fecha de conclusión del original mecanógrafo completo de su Crónica Vecinal, para el período temporal 1863-1900, lleva fecha 26 de octubre de 1936.

La monografía premiada en el Concurso de 1936 fue enviada al Taller de Impresiones Oficiales de la provincia a fines de julio del año siguiente[36]. En octubre, el historiador nuevejuliense, corregía las pruebas de imprenta[37] y en el primer cuarto del año siguiente el libro veía la luz, con el número XIV de la serie de publicaciones del Archivo, denominada “Contribución a la historia de los pueblos de la Provincia de Buenos Aires”.

El trabajo de Buenaventura Vita prosiguió tan dinámicamente como hasta entonces. Mantenía una fluida correspondencia con otros historiadores de la región, colaboraba en algunas publicaciones y se ocupaba de continuar nutriendo su valioso archivo.

En 1947 el Archivo Histórico de la provincia, organizó el “Segundo Concurso de Monografías inéditas sobre la historia de los pueblos”. En agosto recibía las Bases organizativas del mismo y el 24 de octubre remitía “un paquete conteniendo seis ejemplares de [...] ‘Crónica Vecinal de Nueve de Julio. 1871-1877’” que había “preparado para intervenir en el Segundo Congreso...”[38].

Esta vez había elegido participar con una “segunda parte” de su trabajo, nuevamente siete capítulos. Al principio había elegido el pseudónimo de “Claflaquen” para firmarlo, pero como ello no era requisito en el reglamento, optó por utilizar su nombre.

La Crónica  de Vita volvió a ser escogida, entre las mejores, con recomendación del jurado para su publicación. Pero, lamentablemente, aún permanece inédita.

Su participación en el Congreso de Historia de 1950

Entre el 25 y el 28 de septiembre de 1950, impulsado por el Archivo Histórico de la provincia tuvo lugar en La Plata el “Primer Congreso de Historia de los Pueblos”, que fue presidido por el doctor Ricardo Levene, y cuya organización había comenzado promediando el año anterior.

En marzo de 1950, Vita fue informado por el doctor Levene acerca de la realización del Congreso, a la vez que le requería el envío de “sugerencias y un informe sobre el estado de la documentación existente en los archivos locales [...] y los lugares y monumentos históricos del distrito”[39].

El nuevejuliense atendió la solicitud con particular diligencia. Pues, según puede deducirse de un texto que se encuentra al reverso de la  citada misiva, el 6 de mayo (“a las 16:20”) estuvo en la “Intendencia”; tres días más tarde, en la “Comisaría”; y el “12 de mayo en iglesia”, examinando los archivos o recogiendo información sobre ellos. Poco después remitió el Informe sobre el estado de los Archivos locales y, en la carta con que lo acompañó, sugería la iniciación de “un movimiento” que fomentada la preservación del material histórico-documental, aludiendo:

... nuestros abuelos en esto, tenían comprensión y conciencia de lo que significaba para el futuro, la conservación del acerbo documental, en vista al futuro[40].

Vita había conocido personalmente algunos casos de destrucción de documentación. En su archivo reunió una parte de los documentos que pertenecieron a la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos, de la cual su padre había sido fundador y presidente de la comisión directiva; pues, en cierta ocasión había encontrado al gerente de esa institución destruyendo papeles antiguos de manera indiscriminada.

El Informe fue publicado en las memorias del Congreso y daba cuenta del estado de los archivos de la Municipalidad de 9 de Julio, la parroquia, el Juzgado de Paz y la Comisaría de Policía:

El Archivo Municipal no se encuentra organizado, estando únicamente clasificada la documentación antigua desde 1886, y puesta en biblioratos a principios del siglo actual, la que alcanza hasta 1883 ó 1884, documentación que conozco en sus más mínimos detalles por haberla estudiado a toda ella en 1921. Existen varios libros copiadores de esa época con anotaciones diversas sobre la administración municipal. Con referencia al lapso 1884-1917 se puede decir que no existe nada, porque en julio de 1917, las autoridades de ese entonces, destruyeron la documentación correspondiente, haciéndola sepultar en un pozo de balde que existió en el patio del edificio municipal.

Existe el Archivo Parroquial con su correspondiente índice general de los registros parroquiales desde la creación en 1868 de la parroquia. Según me informó el teniente cura, desde principio de siglo forma parte del mismo la colección de la Revista Eclesiástica. 

Desde que se separaron las funciones de Juez de Paz de las de Presidente de la Municipalidad y el Juzgado de Paz se instaló en su local propio, tiene archivo, y actualmente se halla organizada toda su documentación hasta 1949, por años, con sus correspondientes índices.

Se informó que toda la documentación que había en la Comisaría, anterior a 1940, fue incinerada, no existiendo actualmente, empaquetadas, más que las órdenes del día, de los años posteriores hasta la fecha[41].

El 4 de septiembre, el doctor Levene le notificaba oficialmente que había sido designado miembro titular en el Congreso. No fue el único nuevejuliense en asistir, también lo hizo, en carácter de delegada de la Comuna, la docente Juana Elías de Mascheroni[42].

Antes del ocaso

Los últimos años en la vida de Buenaventura Vita no permanecieron ajenos al estudio del pasado de su pueblo. A pesar de que sus fuerzas tendían a doblegarlo proseguía su labor con entusiasmo.

Poco menos de un año antes de su muerte encontró un amigo que poseía comunes inquietudes, el padre Meinrado Hux, un monje suizo del Monasterio Benedictino de Santa María, en Los Toldos, de quien huelga realizar comentarios acerca de su eximia obra. El 26 de agosto de 1953, Hux le había solicitado, en préstamo, un ejemplar de su Crónica Vecinal y, desde entonces, surgió una rica correspondencia epistolar entre ambos, ocasiones en las cuales intercambiaban datos, libros y múltiples comentarios. En esas cartas es destacable observar que los años no habían apagado el ímpetu y la avidez por el saber.

Vita visitó al padre Hux, en su monasterio, el 4 de noviembre del mismo año y el segundo devolvió la atención el 5 de enero del  año siguiente y lo continuó visitando un poco más adelante: “Cada vez -recuerda Hux- que lo visitaba era una charla histórica, nos encontrábamos en nuestro tema, él con su 9 de Julio, yo con Los Toldos y los indios. Tanta confianza me tenía que abría, ante mi, su caja de seguridad, donde conservaba sus manuscritos, los cuales me prestaba para llevar a casa y tomarle notas”[43]. Esa amistad se mantuvo hasta la muerte de Vita, ocurrida en la noche del 20 de junio de 1954[44].

Lo que más me alegra –añade el padre Hux- de nuestra amistad y comunicación es que pude ayudarlo, en su última enfermedad, a prepararse...

Cuando supe que estaba gravemente enfermo fui a visitarlo. Conversamos un buen rato y al final le dije a la esposa que deseaba halar a solas con él... Le pregunté si estaba dispuesto a hacer la confesión, que yo era un sacerdote y podía brindarle ese servicio sacerdotal... Estaba lo más dispuesto, no tuvo ningún reparo, realmente abrió su corazón y yo él mío...

Lo he considerado como un buen amigo, más bien un padre[45].

 

- III -

SU OBRA

Quien pretenda realizar un estudio de la obra de Buenaventura N. Vita, deberá formularse, sin dudas, una pregunta inicial: ¿Es posible determinar la totalidad del trabajo de este autor?. De inmediato hallará el primer escollo: los límites temporales de su trilogía más importante, Crónica Vecinal de Nueve de Julio.

Como dijimos, en la actualidad pueden hallarse dos versiones incompletas de ella, cuyo período de estudio comprende 1863-1900, con un completo apéndice de autoridades oficiales hasta 1930. Pero, con todo, hay quienes sostienen que había escrito su Crónica con continuidad hasta 1930, de cuya existencia no tenemos noticias. Lo cierto es que, entre sus papeles, exceden las fichas de regesta con datos sobre hechos, estadísticas y otros aspectos del siglo XX.

Acaso, ¿después de haber finalizado esa parte de su obra en 1936, en  los poco más de tres lustros que le restaron de vida, no continuó escribiendo su obra,, incrementando el alcance temporal y sobrepasando el comienzo del siglo XX?. No lo sabemos con certeza.

Crónica Vecinal de Nueve de Julio

Los treinta y siete capítulos de Crónica Vecinal de Nueve de Julio. 1863-1900, que conocemos, en un principio los consideramos la primera versión de su obra, pero hoy es factible inferir que se trata de una versión más tardía, que en adelante la distinguimos así. La que Vita concluyó en octubre de 1936 estaba formada por treinta y ocho capítulos, pero de ella sólo se tienen fragmentos. En ambas versiones -así como en otra aún más incompleta, que aquí no tendremos en cuenta en razón de las limitaciones de espacio- se observa una estructura homogénea y semejante.

Es de notar que en todos los casos, aún en las monografías presentadas para los concursos de monografías, el autor omite añadir una introducción y una conclusión.  También, en el texto de 1936, se advierte la existencia de escasas notas y citas, a diferencia de la versión tardía y de la monografía premiada en el primer concurso.

En la primera parte de la obra, Crónica Vecinal de Nueve de Julio. 1863-1870, que editó el Archivo Histórico de la provincia en 1938, como en los capítulos restantes inéditos, las fuentes primarias mayormente citadas corresponden al archivo de la Municipalidad de 9 de Julio. Esto permite suponer que el autor no conoció, por lo menos entonces, el contenido de otros repositorios importantes: el Archivo del Estado Mayor General del Ejército, el Archivo Inédito del General Mitre, el Archivo Histórico de la provincia y el Archivo General de la Nación.

En la bibliografía citada en la edición de 1938 aparece un título que, para ese entonces, ya parecía ser “raro”: "Episodios del Ejército Viejo", escrito por el teniente coronel Dolveo Guevara, quien había participado en la fundación del campamento y del pueblo de 9 de Julio.

Cuando estaba preparándose la impresión de Crónica Vecinal... 1863-1870, Guillermina Sors de Tricerri se dirigió a Vita solicitándole le enviara, para completar las citas de su monografía, la fecha y lugar de impresión de Números y Líneas del Ejército Argentino, de Adolfo Saldías y de Episodios del Ejército Viejo[46]. Evidentemente, si esta última hubiera resultado conocida o de consulta corriente, la auxiliar principal del Archivo Histórico no hubiera recurrido al autor requiriéndole esos datos[47]. Por otro lado, en 1941, el historiador  Carlos A. Grau escribió a Vita pidiendo le informara el lugar donde había consultado el libro de Guevara: "...no lo he podido hallar en las librerías ni en las Bibliotecas Nacional de Buenos Aires y de la Universidad de La Plata..."[48].

El empleo del testimonio oral, como fuente, cobra relevancia a lo largo de los treinta y ocho capítulo la opera omnia de Vita. Sin que le resulte imprescindible citarlos, ha recogido múltiples testimonios de vecinos del lugar, incluso de su padre. Así pues aparecen dos indicaciones explícitas en varias partes del texto.

Mejor aún, el relato de acontecimientos sucedidos en 1898 y 1899, lo acrecienta sus vivencias personales.

No en desmedro de otros aspectos del amplio contexto histórico, dio especial importancia, a las cuestiones políticas y, del mismo modo, a las particularidades de la vida partidaria en las diferentes corrientes. Tan preciso intentó ser en la presentación de esos acontecimiento que optó por omitir todo juicio al respecto. Son muy escasas las opiniones, de carácter personal, que aún como obligado protagonista, efectúa. Las escasas y muy recatadas apreciaciones que deja escapar, apartándose del narración fáctica, no alcanzan a formar una idea sobre la orientación que podría tener su análisis crítico. No obstante no creía en la ingenuidad de las fuentes. Cuando consultaba o transcribía un documento solía, aunque no directamente en su obra, manifestar su apreciación sobre la autenticidad o la tendenciosidad del contenido, usando un lenguaje franco y directo. En una ocasión localizamos una nota marginal de su puño y letra, en el texto del acta de una sesión del Concejo Deliberante,  donde luego de explicar el “error” que había encontrado concluía: “¡así se macanea!”.

Datos estadísticos y acerca de la demografía del Partido de 9 de Julio aparecen reiteradamente a lo largo de su Crónica. Empleaba, al parecer, dos fuentes esenciales: El archivo de la parroquia de 9 de Julio (hoy catedral), hasta 1889 y el de la delegación del Registro Provincial de las Personas, para los años sucesivos. También se advierte el uso de los cuadros descriptivos divulgados por la Revista de Educación, publicación oficial del Consejo General de Educación de la Provincia, entre más.

También recoge los datos de los dos censos nacionales, de 1869 y 1895, y del provincial de 1881.

Ante las limitaciones de carácter documental que podía hallar o frente a la ausencia de archivos institucionales, no escatimó en mencionarlos, destacado que si no daba más noticias acerca de tal o cual hecho se debía a la inexistencia de fuentes. Ese es, en efecto, el caso de la fundación y el protagonismo de la Logia “Igualdad” de 9 de Julio, erigida en 1878, de la cual Vita no disponía más que unos pocos datos. Reclamaba, en dos ocasiones, por el esclarecimiento del destino que habían tenido los archivos de ese taller masónico.

Trabajos menores

No resulta simple discernir la cantidad de obras o proyectos de trabajo que Vita efectuó a través de un tiempo tan prolongado. En 1956 su esposa donó su rico archivo a la comisión que trabajaba en la organización del Archivo y Museo Histórico. Tristemente, el tratamiento que, a lo largo de las décadas siguientes, recibió esa documentación, causó la pérdida de varias unidades documentales, muchas de las cuales ni siguiera se tiene conocimiento acabado. En consecuencia,  no es desestimable suponer que podrían haber existido otras obras inéditas menores escritas por este investigador.

De cuanto existe actualmente, sobreabundan un conjunto de sueltos manuscritos, apuntes borradores y otras anotaciones diversas[49], que no insinúan una completa unidad para considerar otros escritos monográficos o ensayos ulteriores. Sin embargo, se distingue un esbozo cronológico titulado El Arte teatral y circense. Sus manifestaciones artísticas en Nueve de Julio 1883-1910, el cual lleva fecha 8 de junio de 1938.

De El Arte teatral y circense, su autor preparó un original y dos copias, que conservó juntas[50]. De estructura netamente cronológica, permanecieron casi olvidadas  hasta 1972 en que la profesora Elina Lidia Maldonado incluyó, el texto completo, en su Nueve de Julio (Pcia. de Bs. As.). Educación y Cultura, que presentó ante el Sexto Concurso de Monografías organizado por el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires[51].

Su opúsculo Remembranzas, del cual citamos algunos párrafos más atrás, es un texto menos formal, donde la evocación y el recuerdo personal ocupa un espacio central. Sus veinte páginas aproximan al lector a la vida estudiantil de una escuela de enseñanza elemental, en el primer quinquenio de la década de 1890.

Algunos artículos suyos aparecen publicados en un álbum que el periódico “El Orden” editó en 1938. En esa publicación, Vita había colaborado con el aporte de buena cantidad de fotografías.

Valoración de su obra

Más allá de todo cuanto se puede afirmar a respecto de este tema, en una breve reflexión final, deseo apenas traer la idea de un camino que se abre, se despeja, al estudio de la historia de 9 de Julio y su región, a partir de la obra de Buenaventura N. Vita. Difícilmente se podría estudiar ese pretérito sin recurrir a su Crónica Vecinal, a sus apuntes o a sus libros.

Otra noción que deseo rescatar, como modesta aportación, es la claridad con que, el autor, ha presentado cada uno de los acontecimientos, más allá de las limitaciones ya enunciadas. En cierto modo, como decía el filósofo Michel Barat al presentar un libro de su par, Henry Tort-Nougès, “la claridad de su lenguaje no sólo elimina dificultades de acceso sino que además reviste a la argumentación y a la exposición de toda la fuerza de la nitidez...”.

Por lo demás, no formularé aquí una conclusión, que me sometería a la enunciación de una idea definitiva. Dejemos, pues, que investigaciones más lúcidas y profundas nos adentren al universo de la obra de Buenaventura Vita, el primer historiador de 9 de Julio.

 

NOTAS



[1] HERNAN DIAZ ARRIETA (comp.), Arte de la Biografía, Buenos Aires, W. M. Yackson inc., 1948, pág. xxxv.

[2] Cfr. BUENAVENTURA N. VITA – ESTHER O. VITA, Efemérides de las Familias de Buenaventura N. Vita y Aurea B. Lozza de Vita, inédito (original, actualmente en poder de las familia De la Plaza-Luchini, 9 de Julio).

[3] Cfr. Archivo de la Catedral de 9 de Julio, 9 de Julio (en adelante, A.C.), Libro de Matrimonios del Partido del Nueve de Julio, 1881, folio 18.

[4] A.C., Libro de Bautismos del Partido de Nueve de Julio, 1884, nº 12, folio 646

[5] BUENAVENTURA N. VITA, Remembranzas, 9 de Julio, 22 de junio de 1941, inédito, pág. 14 (el texto original se conserva en el archivo de la Escuela nº 1, 9 de Julio) .

[6] Ibidem, pág. 15.

[7] Ibidem, pág. 16

[8] Testimonio de Enrique Gornatti, vecino de 9 de Julio, recogido por el autor el 26 de septiembre de 1996.

[9] Archivo del Consejo Escolar de 9 de Julio, 9 de Julio (en adelante, A.C.E.), Libro de Actas del Consejo Escolar de Nueve de Julio. 1918-1974,  folio 2.

[10] Cfr. Archivo de la Municipalidad de 9 de Julio, 9 de Julio (en adelante, A.M.), Libro de Actas del H. Concejo Deliberante, nº 5, folio779. Nótese que la signatura topográfica de los documentos citados para el Archivo de la Municipalidad de 9 de Julio corresponden a consultas realizadas entre 1992 y 1993.

[11] A.M., Libro de Actas del H. Concejo Deliberante, nº 6, folio 66.

[12] A.C.E., Libro de Actas..., cit., folio 12s.

[13] El textos de los informes de gestión del Consejo Escolar de 1919 y 1920, respectivamente, se encuentran en: A.C.E., Libro de Actas..., cit., folios 65-86 y 111-120.

[14] Mayores detalles acerca de ese tema véanse en: Entrevista radial de José Manuel Groesman a Vicente Galluppi di Cirella, periodista y director del periódico “El Porvenir”. Programa radial “Vivencias”, 9 de Julio, 19 de febrero de 1994 (existe grabación completa, en audio cassette, dos cintas).

[15] A.M., Libro de Actas..., nº 6, cit., folio 249. Véase también: “El Orden”, nº 8, 9 de Julio, 27 de diciembre de 1920.

[16] Testimonio de Eduardo Nicolás De Risio, amigo del profesor Enrique Cano, recogido por el autor el 5 de diciembre de 1996 (en audio cassette, una cinta). Acerca del conflicto aludido ver: “El Gráfico”,  nº 23, 9 de Julio, 4 de septiembre de 1928; nº 24, 9 de Julio,11 de septiembre de 1928 y nº 25, 18 de septiembre de 1928. Desde una perspectiva opuesta también pueden consultarse los volúmenes correspondientes a 1927 y 1928 del periódico “El 9 de Julio”.

[17] Cfr. “El 9 de Julio”, nº 2641, 9 de Julio, 20 de mayo de 1928.

[18] A.M., Libro de Actas del H. Concejo Deliberante, nº 9, folio 1.

[19] Cfr. Ibidem, folios 5-7, 14s., 20-21, 29s., 53s., 60, 65, 90, 127, 130s., 138s., 143-147, 150, 158, 165, 166, 168s., 189, 216, 

[20] “El Gráfico”, nº 908, 5 de junio de 1936, pág. 1.

[21] Archivo de la Asesoría Legal de la Municipalidad de 9 de Julio, Libro de Ordenanzas, nº 5, folio 59.

[22] Archivo y Museo Histórico “Gral. Julio de Vedia”, 9 de Julio, Área Archivística (en adelante, A.M.H.), Fondo “Buenaventura N. Vita”, cuerpo 4, Registro de los libros compulsados, manusc., pág. 1.

[23] ARCHIVO HISTORICO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, Primer Congreso de Historia de los Pueblos de la Provincia de Buenos Aires. Reunido en los días 25 a 28 de setiembre de 1950, en homenaje al Libertador General San Martín, Eva Perón (La Plata), Dirección de Impresiones Oficiales, 1951, tomo I, pág.  293.

[24] A.M.H., Fondo “Buenaventura N. Vita” (en adelante, F.B.N.V.), cuerpo 4, Leg. Correspondencia sobre la Crónica Vecinal y Asuntos Históricos: Tarjeta de Nicolás de Vedia a Buenaventura Vita, Buenos Aires, 21 de septiembre de 1919.

[25] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.: De Carlos Saint a Vita, General Viamonte, 17 de diciembre de 1919.

[26] Cfr. A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.: De Gustavo Pastorino a Vita, Pehuajó, 11 de septiembre de 1933 y De Ventura Vita a su primo Buenaventura Vita, Salliqueló, 30 de septiembre de 1933.

[27] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.:  Nota datada en Buenos Aires, 19 de febrero de 1934.

[28] HECTOR JOSE IACONIS, “Mil años en cuatro décadas”, en “El 9 de Julio”, 9 de Julio, 22 de enero de 2004, pág. 9.

[29] Ibidem.

[30] Guía de clasificación de la Biblioteca de B. N. Vita. S.l.,  S.e.,  S.f., 12 págs., 23 x 14 cm. Mecanógrafo. Doble interlínea. Tinta negrea y rija con agregados manuscritos. Encuadernación de Buenaventura N. Vita. Signatura topográfica: A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, cajón 1, nº 1

[31] Cfr. IACONIS, loc. cit.

[32] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.: De Rogelio Soria a Vita, La Plata, 20 de junio de 1936.

[33] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.

[34] Cfr. “La Nación”, Buenos Aires, 21 de julio de 1936, pág. 1. También: “El Tribuno”, 9 de Julio, 23 de julio de 1936, pág. 1 y “El Tribuno”, 6 de octubre de 1936, pág. 1.

[35] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.: Carta datada en 9 de Julio, el 14 de septiembre de 1936.

[36] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.: De Rogelio Soria a Vita, La Plata, 28 de julio de 1936.

[37] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.: De Vita a Soria, 9 de Julio, 26 de octubre de 1937 (copia).

[38] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.: Copia de la nota dirigida al director del Archivo Histórico de la provincia.

[39] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.: Del director del Archivo Histórico a Vita, La Plata, 28 de marzo de 1950.

[40] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.: De Vita al doctor Levene, 9 de Julio, 16 de mayo de 1950 (copia).

[41] ARCHIVO HISTORICO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, op. cit., pág. 293s.

[42] (1905-1967). Reconocida historiadora, docente y museóloga, a quien se debe, ante todo, la organización del fondo documental de la Municipalidad de 9 de Julio, en la década de 1950. En diciembre de 2006, publicado por el Grupo Editor “K”, vio la luz una parte de su obra, con el título de Origen y fundación de 9 de Julio (102 págs.).

[43] Testimonio del  padre Meinrado Hux, recogido por el autor en la Abadía Benedictina de Los Toldos, el 23 de noviembre de 1996 (en audio cassette, una cinta).

[44] Archivo de la Delegación de la Dirección Provincial del Registro de las Personas, 9 de Julio, Libro de Defunciones. 1954, folio 108. Véase también “El 9 de Julio”, nº 4446, 24 de junio de 1954.

[45] Testimonio del  padre Meinrado Hux, cit.

[46] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.: De Guillermina S. de Tricerri a Buenaventura Vita, La Plata,  el 8 de noviembre de 1937.

[47] IACONIS, “Un curioso ejemplar en la biblioteca del historiador”, en “El 9 de Julio”, 17 de enero de 2003, pág. 4. Artículo publicado on-line en http://archivum-historicum.blogia.com

[48] A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, Leg. Correspondencia..., cit.: De Carlos Grau a Vita, La Plata, 25 de marzo de 1941.

[49] Véanse, entre otros, los existentes en A.M.H., F.B.N.V., cuerpo 4, cajones 2, 3, 4 y siguientes.

[50] En nuestros días, se conservan en el Archivo y Museo Histórico de 9 de Julio. El original: VITA, Buenaventura Noé, El Arte teatral y circense. Sus manifestaciones artísticas en Nueve de Julio 1883-1910, S.l., 8 de junio de 1938,   18 págs., 23 x 16,5, mecanógrafo, doble interlinea, tinta negra, con agregados manuscritos del autor en lápiz (costura original con hilo, encuadernación del autor), en A.M.H., F.B.N.V, cuerpo 4, cajón 1, nº 4. Las copias: * VITA, Buenaventura Noé. El Arte teatral y circense. Sus manifestaciones artísticas en Nueve de Julio 1883-1910, S.l., 8 de Junio de 1938, 17 págs., 23 x 16,5 cm., mecanógrafo, doble y simple interlinea, tinta negra, copia carbónica (costura original con hilo, encuadernación del autor), en A.M.H., F.B.N.V, cuerpo 4, cajón 1, nº 5 y ** VITA, Buenaventura Noé. El Arte teatral y circense. Sus Manifestaciones artísticas en Nueve de Julio 1883-1910.            S.l., 8 de Junio de 1938, 17 págs., 21,5 x 16 cm, mecanógrafo, doble y simple interlinea, tinta negra, copia carbónica (encuadernación del autor con broches), en A.M.H., F.B.N.V, cuerpo 4, cajón 1, nº 6.

[51] Véanse las págs. 45-55.

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