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Escritos sobre Historia, de Héctor J. Iaconis

HISTORIA DE 9 DE JULIO (BS. AS.)

CALLES Y AVENIDAS DE 9 DE JULIO. DENOMINACION E HISTORIA
PRIMERA PARTE

Pbro. FÉLIX COMPAIRÉ
Desde 1960 lleva el nombre del presbítero Félix Compairé, una de las avenidas de circunvalación de 9 de Julio.
Félix Compairé había nacido en Jaca, provincia de Huesca, España, hijo de Félix Compairé y de Pilar Jarne. Contaba sólo 13 años, cuando ingresó al Seminario Conciliar de Jaca, donde habría de cursar cuatro años de Latín y Humanidades, tres de Filosofía y cuatro de Teología. Mas tarde, entre 1891 y 1893 estudió Teología, los años restantes, en el Seminario de Lérida.
Ordenado sacerdote, el 30 de mayo de 1896, pronto le fueron confiadas importantes tareas ministeriales. Treinta y un días después de consagrado, fue designado coadjutor de la parroquia de Ruesta, hasta el 24 de octubre de 1897 en que tuvo destino como regente de la de Aciu. Entre febrero de 1898 y septiembre siguiente, debió ocupar la regencia de Abay.
A fines de 1899, por razones familiares, debió emigrar a la República Argentina. Por entonces, pasó a residir en la Diócesis de La Plata, donde se le encomendaron, primero, la tenencia en la parroquia de San Martín, desde febrero hasta mayo de 1900; luego, en Baradero, hasta febrero de 1901; y, por último, en Exaltación de la Cruz, como cura vicario, por lapso de tres años.
El 23 de abril de 1904, el obispo de La Plata, monseñor Juan Nepomuceno Terrero, le otorgó el título de “Cura Vicario de 9 de Julio”, arribando al pueblo, al día siguiente de su designación.
En sus funciones tales funciones, debió destacarse por la dedicación y el celo en el cumplimiento de su ministerio. No descuidaba la asistencia de los enfermos y los menesterosos, como tampoco la administración y el cuidado de su parroquia.
Gracias a sus gestiones, se realizaron en el templo parroquial importantes refacciones edilicias.
Trabajó, denodadamente, con el objeto de instalar un colegio confesional, un viejo anhelo que, su antecesor, no había alcanzado concretar. En 1910, después de arduos esfuerzos, logró fundar el Colegio Jesús Sacramentado, su obra más encumbrada.
Además, preocupado por los avances y el progreso sociales, durante algunos períodos, se desempeñó como secretario de la Sociedad Española de Socorros Mutuos de 9 de Julio.
En la madrugada del 17 de marzo de 1913, víctima de una grave enfermedad, el padre Félix Compairé, falleció en 9 de Julio.
Sus restos descansan en la capilla de la necrópolis local.

RAMÓN N. PORATTI
En diciembre de 1992, el Concejo Deliberante de 9 de Julio, impuso su nombre a la antigua calle Catamarca.
Ramón Natalio Poratti, había nacido 25 de diciembre de 1880, hijo de Pedro Poratti y de Felisa Maggi.
Desde muy joven debió desempeñar diversa tareas, desde boyero, en Carlos Casares; pasando por dependiente de comercios, y hasta empleado de la sección de vías y obras, del Ferrocarril del Oeste, en la estación Bragado.
Después de trabajar como comerciante en “El Tropezón –donde logró ganarse la estima y admiración de sus vecinos-, en 1915, se radicó definitivamente en 9 de Julio.
Dedicado a la ganadería, y a la compra y venta de cereales, el 5 de diciembre de 1920 fundó la acreditada casa de remates feria. Además, en distintos años, le cupo ser presidente del Club Atlético “9 de Julio”, miembro de la Sociedad Rural de 9 de Julio, vocal de la Sociedad Italiana “Conte di Torino”, secretario de la Sociedad Italiana “Amistad y Trabajo”, fundador y primer presidente del Rotary Club de 9 de Julio, como así también del “Nueve de Julio Automóvil Club”; benefactor de la Sociedad Protectora de los Pobres”, del Asilo de Huérfanas “Nuestra Señora de Luján”, del Asilo de Ancianos “Santo Domingo de Guzmán”, y de las bibliotecas “José Ingenieros” y “Anastasio Prieto”.
Pero, sin dudas, la historia de 9 de Julio, le recuerda como funcionario público, y por cuanto contribuyó al engrandecimiento, en sentidos social y económico, del Partido. Activo militante de la Unión Cívica Radical, concretó una meritoria carrera política, desempeñando cargos de concejal municipal, electo –por vez primera- en los comicios del 14 de abril de 1918; sindico fiscal ante el Juzgado de Paz; y Defensor de Menores, en reemplazo del talentoso Cayetano de Briganti.
En dos ocasiones ocupó el primer cargo de la intendencia municipal, primero, desde enero de 1927 hasta diciembre de 1928; y luego, desde mayo de 1940 hasta abril de 1941.
Ramón N. Poratti, falleció en Buenos Aires, el 25 de diciembre de 1942. Entonces, el periódico “El Porvenir”, afirmó que 9 de Julio, “pierde uno de sus hijos dilectos, que supiera honrar y enaltecer su desenvolvimiento y progreso”.

BUENAVENTURA N. VITA
En 1998, el Concejo Deliberante de Nueve de Julio, por solicitud del Departamento Ejecutivo, impuso el nombre de Buenaventura Noé Vita, a un pasaje del Barrio Solidaridad 75 viviendas, en toda su extensión, a partir de la calle Moreno hasta Saavedra, entre las paralelas French y Guido Spano.
Vita, considerado el primer historiador de este Partido, nació el Nueve de Julio, el 22 de junio de 1884, hijo de Francisco y de Celestina Anunziata Magnoni.
Sus estudios primarios los cursó, primero, en la Escuela Infantil nº 3; y, luego, a partir de 1891, en la Escuela Elemental de Varones nº 1, que a la sazón dirigía el notable maestro Rafael Muzio. Más tarde, pudo graduarse procurador universitario.
Desde muy joven, militó en las filas de la Unión Cívica Radical, desde donde pudo proyectarse a la comunidad, principalmente, a través de dos cargos públicos: concejal municipal y consejero escolar. Tanto así que, alcanzó a desempeñar la presidencia del Consejo Escolar de Nueve de Julio.
Pero, su pasión por la investigación histórica, a la que dedicó gran parte de su vida, habría de convertirlo en un modelo de historiador. A su trabajo infatigable se deben la treintena de capítulos -que analiza el período 1863-1900- los cuales conforman su “Crónica Vecinal de Nueve de Julio”, una obra –para su tiempo- erudita, reunida en cuatro tomos, de los cuales sólo uno ha sido editado.
En efecto, fue el primero en escribir una versión historiográfica sistemática, a partir de fuentes que antes nadie había explorado.
En 1936, el Archivo Histórico provincial organizó el “Primer Concurso de Monografías sobre la Historia de los pueblos de la Provincia de Buenos Aires”. Por su parte, Vita, participó del certamen, con su “Crónica Vecinal...”, período 1863-1870. De suerte que, su estudio resultó premiado, y publicado, por el organismo organizador, dos años más tarde.
Al “Segundo Concurso de Monografías”, también organizado por el Archivo Histórico de la provincia, en 1947, presentó lo que, en rigor, es la “segunda parte” de su obra. Esta vez, aunque obtuvo una mención, y las recomendaciones para su publicación, aún permanece inédita.
En septiembre de 1950, fue nombrado miembro titular, en el “Primer Congreso de Historia de los Pueblos”, celebrado en La Plata. Su participación, y la colaboración brindada al iniciarse la organización, fue meritoria. En la memoria respectiva, debió publicarse su “Informe sobre los archivos históricos de 9 de Julio”, donde se destaca, síntesis y precisión, a pesar de la sencillez del lenguaje.
Fue, además, decidido colaborador del Club Atlético “9 de Julio”, y de la Sociedad Italiana “Amistad y Trabajo”.
Su vida se extinguió, a las 20 horas, del 20 de junio de 1954.
Tras su muerte, su copioso archivo personal, formado a través de un delicado trabajo de muchos años, que sirviera en su tarea historiográfica, fue donado a la comunidad; y, hoy, pueden consultarse en el Archivo y Museo Histórico “Julio de Vedia”.

NICOLÁS LEVALLE
El nombre de esta arteria, de la planta urbana de Nueve de Julio, recuerda al teniente general Nicolás Levalle, vinculado –de forma alguna- a estas tierras, desde la etapa post-fundacional del Partido.
Este militar, expedicionario al desierto, en las luchas de fronteras con el aborigen, había nacido en Cicagna, Chiavari, de la provincia italiana de Génova, el 6 de diciembre de 1840. Sus padres, también italianos, fueron Lorenzo Levalle y Benedicta Daneri.
Contaba con dos años, cuando emigró a la República Argentina, donde –más tarde-, hacia octubre de 1857, pudo ingresar como aspirante en la Academia Militar. Así iniciaba una brillante carrera en las armas, que hubo concluido con el rango más elevado a que puede aspirar un soldado argentino.
Participó en las batallas de Cepeda, en 1859, y Pavón, en 1861; y se destacó durante la guerra de la Triple Alianza.
De regreso del Paraguay, tomó parte en la campaña de Entre Ríos, contra Ricardo López Jordán, en 1870.
Inmediatamente después de sofocada la revolución de 1874, fue nombrado jefe de la frontera Sud de Buenos Aires, con asiento en Bahía Grande, primero, y en Fuerte Lavalle, luego. Entre noviembre y diciembre de 1876, permanecía en el Fuerte General Paz, entonces Partido de 9 de Julio. Allí, con alguna frecuencia, viajaba desde su guarnición, para ofrecer instrucción militar.
En 1879, en ocasión de la -tantas veces referida- expedición militar, permaneció al mando de la 2da. División, donde avanzó sobre tierra indígena, alcanzando Trarú Lauquen, y los ríos Salado y Colorado. En torno a esta época, fundó una importante ciudad bonaerense.
Estuvo ligado, de alguna manera, en los acontecimientos revolucionarios de 1880 y 1890. Además, durante las presidencia de Julio Roca y de Miguel Juárez Célman, ocupó la titularidad del ministerio de Guerra y Marina.
Fue docente en el Colegio Militar de la Nación, y le cupo la redacción de importantes estudios sobre temáticas castrenses.
Falleció en 1902. Como poseía el grado 33, en la francmasonería argentina, y al negarse a renunciar a esos principios, monseñor Mariano Espinosa –arzobispo de Buenos Aires- prohibió a los capellanes militares, se le tributaran exequias fúnebres.

JOSÉ IGNACIO GARMENDIA
Por ordenanza del 27 de febrero de 1905, el Concejo Deliberante de 9 de Julio, impuso al nombre de este militar, quien aún se encontraba con vida, a una de sus avenidas.
Escritor, pintor, historiador, legislador y coleccionista, además de guerrero, había nacido en Buenos Aires, el 19 de marzo de 1842, hijo de José Garmendia y de Manuela Suárez.
Adolescente aún, se encolumnó en el 1er Batallón del Regimiento Iº de Buenos Aires, debiendo operar en la isla Martín García. A su regreso, recibió el grado de sub-teniente.
En septiembre de 1861, participó en la Batalla de Pavón; y, tres años más tarde, en mérito de sus notables condiciones intelectuales, fue destacado como oficial de la Legación Argentina en Montevideo y Río de Janeiro.
En 1865, al estallar la Guerra de la Triple Alianza, marchó al campo de batalla, donde habría de contraer cólera.
Después de concluir la actividad legislativa –pues había sido electo diputado nacional, hacia 1870- fue nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército del Sud.
En 1875, el ministro de Guerra, le confirió la jefatura de las Fuerzas de Reserva, a la sazón con asiento en el Partido de 9 de Julio.
Al concretarse el estallido de 1880, debió solicitar su baja del ejército, para unirse a las fuerzas de Carlos Tejedor.
Reincorporado, en 1882, desempeñó importantes cargos militares, participando en la Campaña del Chaco. Además, en 1890, le fue confiada la dirección del Colegio Militar de la Nación.
Después de sofocada la revolución radical de 1890, se le graduó general; efectividad del cargo que mantuvo activa hasta septiembre de 1904, en que solicitó la baja.
En el retiro de su hogar, dedicó parte de su tiempo a la pintura, la investigación y el estudio. Por otra parte, también había formado una importante colección de objetos y documentos históricos, relacionados con el pasado militar.
Excelente narrador y erudito cronista, sus trabajos son invalorable bibliografía, no solo por la calidad de su texto, sino –también- por los recursos que emplea. Escribió importantes obras –algunas publicadas en prensa, otras editadas en libros, y varias inéditas-, entre las que pueden mencionarse: “Recuerdos de la Guerra del Paraguay”, “Preceptos tácticos”, “Cartera de un soldado”, “Delitos y penas”, “Correspondencia sobre la Guerra del Paraguay”, “Asaltos de Plewna”, “Campaña de Humaytá”, “Cuentos de Tropa”, “Campañas de Aníbal”, “Escritos Militares”, “Juicio Crítico de la Guerra de Transvaal”, “Bocetos sobre la marcha”, “Combates de los Corrales”, “Campaña de Corrientes y Río Grande”, “Maniobras sobre el Talar de Pacheco”.
Falleció en la Capital Federal, el 10 de junio de 1925.

TOMÁS D. WEST
El nombre de Tomás D. West, no solo está ligado a una de las calles de la ciudad de Nueve de Julio, sino también a una relevante parte de nuestra Historia.
Tomás Domingo West, nació en Lobos, provincia de Buenos Aires, el 15 de septiembre de 1856, hijo de Tomás West, de origen inglés, y de Juana Martínez.
Graduado en Medicina en la Universidad de Buenos Aires, se radicó en 9 de Julio, alrededor de febrero de 1885, para ejercer su profesión.
Tan pronto como llegó a la promisoria comunidad, abrazó con singular interés las cuestiones públicas, militando en las filas políticas.
Después de promulgada la nueva ley orgánica de las municipalidades, con la que se organizaban los departamentos ejecutivo y deliberativo, en las elecciones del 10 de junio de 1886, fue electo concejal. Designado presidente del Concejo Deliberativo, debió asumir interinamente las funciones ejecutivas, el 1 de agosto de ese año. Así se convirtió en el primer intendente municipal... La Municipalidad de 9 de Julio, volverá a contarlo como su titular, en otros períodos.
Como médico, junto a otros facultativos radicados en el pueblo, le tocó hacer frente a las epidemias de cólera y viruela, entre 1886 y 1887; así como hacer frente a otras cuestiones inherentes a la salubridad pública.
Desde sus inicios, apoyó activamente la gestación de la Sociedad Protectora de los Pobres, y la construcción de su hospital. Tanto así que, por lapso de tres décadas, ejerció la dirección honoraria del nosocomio, de manera siempre altruista.
Colaboró en el desarrollo institucional de distintas asociaciones locales, de diversa finalidad. Asimismo perteneció a la Logia “Igualdad”, del Valle de 9 de Julio.
En dos ocasiones, ocupó una banca de diputado, en la legislatura provincial. Primero, desde julio de 1891 hasta abril siguiente; luego, entre enero y agosto de 1893.
En diversas ocasiones, del mismo modo, fue electo consejero del Consejo Escolar de 9 de Julio. Organismo, este, donde le cupo ejercer –también- la presidencia.
En 1927 se radicó en La Plata, donde falleció el 7 de diciembre de 1936. Más tarde, sus restos fueron trasladados a la necrópolis local, donde aún descasan.
Indudablemente, la carrera de vida, la trayectoria, de Tomás West, hacen de su figura, una de las más ricas, en las primeras seis décadas de la fundación de 9 de Julio.

ELIAS CABRERIZO
El 29 de octubre de 1989, el Concejo Deliberante de 9 de Julio sancionaba una ordenanza autorizando se imponga el nombre de “Maestro Elías Cabrerizo”, a una calle comprendida entre Antártida Argentina y Manuel Viegas.
Cabrerizo había nacido Vizcaya, España, el 17 de abril de 1881. En su tierra natal debió ser pastor de ovejas, aunque le fue posible realizar algunos estudios, sin llegar a graduarse en la docencia.
A principios del siglo XX emigró a la Argentina. De hecho, para 1912 ya se encontraba radicado en 9 de Julio, y había instalado su primer escuela, en un antiguo edificio de Salta entre Corrientes y Santa Fe.
Hacia agosto del año siguiente, este establecimiento contaba con 42 educandos, 28 varones y 14 mujeres. Ejercía como preceptora su esposa, en primeras nupcias, Marciana Gómez.
En octubre de 1914, trasladó su escuela a otra finca de la calle Santa Fe. Allí, donde había instalado su vivienda, la huerta y el jardín, tenía a su cuidado, además de sus muchos hijos, varios alumnos pupilos.
Los aranceles que cobraba eran relativamente bajos, lo que permitía que los alumnos pudieran cursar los estudios con más facilidad. Algunos, accedían a una especia de beca, que hacía que pagaran una cuota más reducida. Más aún, muchas veces a aquellos que no poseían recursos optaba por no cobrarles.
Más tarde, la escuela debió pasar por otros domicilios, incorporando a su programa de estudios nuevos emprendimientos, tales como el curso de Tenedor de Libros, adscrito a la Academia Fossa.
El maestro Elías Cabrerizo, según quienes compartieron su trato, recuerdan que “fue una figura que hizo todo por su propio esfuerzo, humilde, y a pesar de su severidad extrema, fue una contribución cultural para la comunidad de 9 de Julio”.
La fisonomía del maestro fue descripta por sus alumnos como la de un hombre “calvo, de baja estatura, excedido de peso, gran conversador, gran observados, sobrio. Le gustaban las fiestas, el pan alemán, la panceta, los picantes, el vino blanco y el mate amargo... Le gustaba jugar al chin-chon y en su casa se reunían amigos y vecinos a jugar y charlar. Fumaba en pipa y también cigarros de hoja”, que el mismo cultivaba en su huerta. Tenía una profunda fe cristiana que supo inculcar a sus discípulos, a través de tantos años frente al aula.
Entrado en años, afectado por una aguda sordera, ya retirado de la docencia continuó viviendo en 9 de Julio. Recibía la cercanía de sus muchos alumnos y amigos.
A pesar de los servicios que pudo prestar a la comunidad y a la patria que recibió como propia, jamás pudo jubilarse dignamente. Su retiro transcurrió en la mayor austeridad, cobrando algunas acciones de la Usina Eléctrica Popular y, para algunos, recibiendo una pequeña pensión.... Tanto así que, para tener material de lectura, ya en la ancianidad, debía acudir a un ex alumno para que le facilitara el periódico del día anterior.
Elías Cabrerizo dejó de existir en 9 de Julio, el 29 de noviembre de 1965. Sus restos descansan en la necrópolis local.

TOMÁS J. GARBISO
El 8 de septiembre de 1989, el Concejo Deliberante de 9 de Julio sancionaba la ordenanza que lleva el número 2671. Por medio de esta, imponía el nombre de “Tomás J. Garbiso” a una calle comprendida entre Río Negro (hoy Cardenal Pironio) y Alsina, y Doctor Tomás West y Avenida Primera Junta.
Tomás J. Garbiso, había nacido en Navarra, España, el 12 de diciembre de 1862, hijo de Pedro José Garbiso y de Petrona Arocena.
Emigró a la República Argentina en 1883, radicándose en Chivilcoy, donde se hubo empleado como peón en un tambo. Dos años más tarde, después de haber adquirido animales de su propiedad, comenzó a vender leche por cuenta propia, trabajando independientemente por lapso de catorce años.
Alrededor de 1897 compró varias hectáreas de campo, en el cuartel cuarto del Partido de 9 de Julio, para fundar “Dos de Mayo”. Una estancia que dedicó a la ganadería.
Hacia 1925 había logrado concretar un establecimiento modelo. Unas dos mil hectáreas, divididas en 50 potreros, pobladas por cerca de 7000 animales vacunos, 200 yegüarizos, que garantizaban un producción anual de más de dos mil terneros. Los doce tambos permitan la obtención de seis mil litros de leche diaria, que era empleada para la fabricación de productos lácteos, los cuales –para entonces- habría permitido que Garbiso obtuviera importantes premios.
Desde entonces, hasta su fallecimiento, se afincó en 9 de Julio, arraigando un hogar que formó junto a Juliana Grigarce.
Participó activamente en la vida comercial, social e institucional de este medio. Prestó impulso a diversas obras comunales, e integró buena cantidad de asociaciones, muchas de las cuales conocieron de su filantropía.
La Sociedad Española de Socorros Mutuos fue una de las tantas entidades que le contó como decidido colaborador. Allí se le distinguió como socio honorario, el 11 de febrero de 1940.
Por otro lado, asimismo, fue uno de los impulsores del movimiento popular que dio origen a la Usina Eléctrica Popular S.A., hoy Cooperativa Eléctrica y de Servicio “Mariano Moreno”. No sólo integró su primer directorio, en 1930 -acompañando los ideales de Tomás Cosentino- sino que fue –del mimo- uno de los principales referentes.
A lo largo de las dos décadas que insumió la instalación de una usina eléctrica popular, Garbiso trabajó denodadamente, brindado buena parte de sus horas a tan arduo esfuerzo. De hecho, de su propio peculio fue costeado el monolito que hoy recuerda la colocación de la piedra fundamental, en el predio que ocupa hoy esa institución educativa.
Cuando, en 1951, era inaugurado el servicio público eléctrico, prestado por la Usina Eléctrica Popular, Tomás Garbiso, ya anciano, se hallaba presente. Fue, sin dudas, quien más conoció del esfuerzo, del trabajo y de la lucha que demandó aquella loable concreción.

NICOLÁS GRANADA
El Concejo Deliberante de 9 de Julio, hacia julio de 1900, impuso el nombre de este militar, a una de las avenidas de la ciudad.
El coronel Nicolás Granada, expedicionario al Desierto, en las luchas de frontera con el aborigen, había nacido en Montevideo, el 6 de diciembre de 1795.
Siendo niño aún, fue enviado a España, para recibir educación en el –por entonces- renombrado Colegio Real de San Fernando. Allí se alistó como cadete en el Regimiento de Voluntario de Madrid, con cuya fuerza participó de la defensa de Montevideo, durante las Invasiones Inglesas... En esa contienda fue gravemente herido, siendo salvado, en el campo de batalla, por su padrino el coronel mayor Nicolás de Vedia.
Siendo subteniente de aquel regimiento, fue hecho prisionero por las fuerzas libertadoras comandadas por Alvear, que ocuparon Montevideo en 26 de junio de 1814. Primero, fue enviado a Córdoba, luego a Chascomús y, por fin, juró obediencia a la Patria, en 1816. El 3 de noviembre de 1817, se le dio de alta en el Regimiento de Granaderos de Infantería, con el mismo grado que revistaba en el ejército español.
Más tarde, participó en las acciones de Saucecito, Cepeda y Cañada de la Cruz.
El 17 de agosto de 1820, fue incorporado en el Escuadrón de Colorados, a las ordenes del coronel Videla. Por entonces, con el gobernador Martín Rodríguez, debió participar de una expedición al desierto.
Formaba parte del Regimiento de Húsares de Buenos Aires, ya en septiembre de 1823. Poco menos de cuatro años más tarde, poseía el rango de sargento mayor.
En 1839, contribuyó a sofocar la revolución de los Libres del Sud, encabezada por Castelli, contra Rosas; y, un año más tarde, realizó la denominada campaña de Tapalque.
Cuando Urquiza preparaba el desenlace de Caseros, Granada, rechazó su ofrecimiento de volverse contra Rosas.
En 1865, en reemplazo del coronel Julio de Vedia, fue designado jefe de la Frontera Oeste, con asiente en la Comandancia de Nueve de Julio. A partir de aquí, le cupo participar no sólo de la actividad propiamente castrense, sino también, de la organización civil del incipiente pueblo. A mediados de diciembre de 1868, fue relevado de ese cargo, y remplazado accidentalmente por el coronel graduado Antonio López Osornio.
El coronel Nicolás Granada, falleció en San Isidro, el 6 de mayo de 1871, víctima de la epidemia de fiebre amarilla.

HILARIO LAGOS
Por ordenanza del 27 de febrero de 1905, esta arteria urbana recibe el nombre del coronel Hilario Lagos, quien fuera jefe de fronteras, con asiento en el Fuerte “General Páz”, entonces partido de Nueve de Julio.
Hijo del destacado guerrero Hilario Lagos y de Toribia de la Fuente, había nacido en Pergamino, el 7 de noviembre de 1840.
Ya en 1856, se encontraban revistando en el ejército de la Confederación, con el grado de sargento distinguido.
En 1859, se destacó en la campaña de Mendoza y San Juan, y participó en la de Cepeda. Además, era escolta del presidente Santiago Derqui.
En noviembre de 1861, también se halló en la batalla de Pavón, conformando la división del general José María Francia... Un año más tarde, era ayudante de Paunero, y recorría –en campaña- Córdoba, San Luis y Mendoza.
Concluida la Guerra de la Triple Alianza, en la cual también debió actuar, fue destinado al servicio de frontera. Guarneció, como jefe de la frontera, resiento en el Fuerte “General Paz” y manteniendo –en este sentido- estrecha vinculación con Nueve de Julio.
En 1874, manteniéndose leal a las fuerzas del gobierno, asistió a la sofocación de la revolución mitrista.
En 1879, a las ordenes de Roca, realizó la ocupación definitiva de las tierras aborígenes.
Participó en los sucesos revolucionarios de 1880, en Flores y Los Corrales. Ese año, solicitó la baja del ejército, para ocupar una banca de diputado nacional, por Buenos Aires.
Reincorporado a las fuerzas armadas, en 1883, fue inspector de fronteras, en Salta y Jujuy. Asimismo, estuvo vinculado a la dirección del Colegio Militar de la Nación.
El coronel Lagos, se había iniciado en la francmasonería, en la Logia Tolerancia nº 4, en abril de 1872.
Falleció en Buenos Aires, en noviembre de 1895, con el grado de coronel.

ANTONIO AITA
A la antigua avenida Río Bermejo, le fue impuesto el nombre de este destacado periodista y legislador de Nueve de Julio.
Antonio Aita, había nacido en Nueve de Julio, el 12 de enero de 1911, hijo de Antonio Aita y Rosa Rosito.
Aún era niño cuando, en diciembre de 1921, se integró al personal de “El 9 de Julio”, medio de prensa que, con el devenir del tiempo, hubo de liderar por más de seis décadas.
Estudió en la Escuela Sudamericana de Buenos Aires, donde obtuvo el título de periodista, el 1 de septiembre de 1930. Cinco años más tarde, adquiría la imprenta, junto a su hermano Alberto, y se convertía en administrador de “El 9 de Julio”.
En 1943, se hizo cargo de la dirección, sucediendo al poeta y escritor Juan Farias. Desde entonces, le impuso al todavía periódico, un estilo propio... Un periodismo de infatigable lucha, donde se defendían los más elevados ideales del bien común.
Participó en la fundación de varias instituciones locales, como el Club y Biblioteca “Agustín Álvarez”, la Liga Nuevejuliense de Fútbol y la Asociación de Bomberos Voluntarios. Además, integró el Círculo de Periodistas, junto con otros eminentes cronistas, que daría vida a varios encuentros culturales.
En años difíciles para la libertad de expresión, con valor y templanza, no acalló su voz. Luchador constante, y auténtico defensor de los derechos de sus semejantes, no detuvo su infatigable dinamismo cotidiano.
Entre abril de 1952 y abril de 1955, ocupó una banca de diputado en la legislatura provincial. Sus provechosas gestiones, hicieron posible la construcción de un acceso a 9 de Julio, del camino General Villegas-Mar del Plata, del edificio de la delegación Dudignac, del Banco de la Provincia de Buenos Aires, entre muchos otros emprendimientos.
El 22 de diciembre de 1989, el H.C.D., le nombro “Ciudadano Ilustre de Nueve de Julio”, siendo el primero en ostentar ese honor.
Antonio Aita falleció en Nueve de Julio, el 18 de septiembre de 1995.
Tras su deceso, se le tributaron distintas honras a su memorias... En la actualidad, no sólo esta importante avenida lleva su nombre; también, una biblioteca popular, un salón de clases, un salón de actos, la sala de estudios del C.U.N., y una fundación cultural.

CORONEL FREYRE
Esta calle, de la planta urbana de nuestra ciudad, evoca al coronel Marcelino Freyre, expedicionario al desierto y protagonista de la historia de 9 de Julio.
Había nacido en Rosario de Rosario de Santa Fe, el 13 de noviembre de 1 846, hijo del coronel Marcelino Freyre Rodríguez del Fresno y de María Salomé Maciel de la Quintana.
Se inició en la carrera de armas en el Batallón Santafecino, en junio de 1865, cuando estalló la guerra del Paraguay. Asistió a la batalla del Yatay y a la toma de Uruguayana, pero por haberse enfermado en el mes de octubre del mismo año regresó a su ciudad natal.
En diciembre de 1866 fue incorporado al ejército del interior que estaba organizando el general Paunero. Pues, su enfermedad le impedía retornar a Paraguay.
Participó en diferentes hechos de armas, librados en varios sectores del país. Tanto se destacó que, para septiembre de 1868, ya ostentaba el rango de capitán.
Un año más tarde permaneció a las ordenes del comandante Julio Roca, en la provincia de Tucumán. El 26 de agosto del mismo año ascendió a sargento mayor graduado, regresando a Tucumán, de donde su regimiento marchó para Córdoba, por haber sofocado definitivamente la subversión en las provincias del Norte.
Luego de participar en la lucha contra el caudillo Ricardo López Jordán, y de permanecer apostado en Córdoba, a principios de 1872 fue enviado a la frontera bonaerense. En marzo de aquel año fue designado segundo jefe del 7º Regimiento de Línea, su cuerpo, que permanecía guarnecido en la Fuerte “General Paz”, entonces Partido de 9 de Julio.
Por aquella época, la todavía insipiente sociedad nuevejuliense, conocía la figura de este militar.
En enero del año siguiente, después de recibir el ascenso a teniente coronel, debió participar en la sofocación de la segunda rebelión de López Jordán. De regreso a Buenos Aires, se halló en la batalla de La Verde. Esta vez, incorporado al ejercito del coronel Arias, luchó contra los revolucionarios.
Concluida esta campaña, el teniente coronel Freyre retornó al Fuerte “General Paz", donde permaneció entre 1875 y 1976. Desde el 18 de Marzo de 1876, poco antes de ser nombrado comandante en jefe de la 1ª Línea de la Frontera Oeste, y por espacio de un par de años, realizó varias operaciones ofensivas sobre las comunidades aborígenes cercadas a Pichi-Mahuida, Lihué-Calel, Caichué, Trolfán, y Chadí Leuvú.
El 24 de mayo de 1976, el teniente coronel Marcelino Freyre fundó la hoy ciudad de Guaminí, en el margen sudoeste de la laguna del Monte.
El 14 de junio de 1879, la legislatura nacional había prestado acuerdo para otorgarle el grado de coronel. Pero doce día mas tarde, el militar dejó de existir.
Al morir, ocupara el cargo de Primer Vigilante, en la Logia Masónica “Luz del Desierto”, nº 60, en Guaminí, de la cual había sido fundador. Freyre se había iniciado en la masonería, el 29 de mayo de 1878.

CARDENAL EDUARDO PIRONIO
La antigua avenida Río Negro, una de las principales arterias de nuestra ciudad, ostenta el nombre de este hijo dilecto de 9 de Julio.
Eduardo Francisco Pironio, había nacido en 9 de Julio, el 3 de diciembre de 1920, hijo de José Pironio y de Enriqueta Buttazzoni. Recibió el sacramento del Bautismo en la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, de 9 de Julio, el 3 de febrero de 1921, por ministerio del presbítero Alejandro Borghi, cura párroco encargado. Fueron sus padrinos, Pedro y Luisa Teresa Pironio.
Los estudios primarios, los cursó en el Colegio Cavallari; hasta que, respondiendo al llamado vocacional, ingresó en el Seminario de La Plata. Aquí estudió humanidades, filosofía y teología.
El 5 de diciembre de 1943, fue ordenado sacerdote, en la Basílica de Luján; y, cuatro días más tarde, ya oficiaba su primera misa, en la parroquia de 9 de Julio.
Sus estudios los completó en Roma, en el Pontificio Ateneo "Angelicum". Allí, en 1954, obtuvo la licenciatura en Teología.
En la diócesis de Mercedes, sirvió a su obispo en las cátedras del Seminario Pío XII, y en otras muchas tareas. Luego, se le designó provisor y vicario general de la diócesis, consultor diocesano, director del Boletín Eclesiástico, asesor de Acción Católica, y vicario cooperador en Las Heras, formando parte de la familia pontificia con el título de Prelado Doméstico de Su Santidad.
En 1961, era director y profesor del Instituto de Teología de la Universidad Católica Argentina. Poco después, se le confió la rectoría del Seminario Metropolitano de Buenos Aires.
El 31 de mayo de 1964, fue consagrado obispo; para servir, primero, como auxiliar de La Plata, desde la diócesis titular de Ceciri. En abril 1972, fue nombrado obispo de Mar del Plata. Después de pasar, en momentos decisivos, por la diócesis de Avellaneda, como administrador apostólico.
Presidió el CELAM y participó de los encuentros en los encuentros más importantes para la Iglesia latinoamericana del pos concilio.
El 20 de septiembre de 1975, el papa Paulo VI, lo designó Pro-Prefecto de la Sagrada Congregación de Religiosos e Institutos Seculares. Así, pasó a integrar la Curia Romana, como arzobispo titular de Tiges. A partir de entonces, se distinguirá en diferentes cargos, ocupados en varios dicasterios.
Fue creado cardenal, el 24 de mayo de 1976, con el título de los Santos Cosme y Damián. Desde abril de 1984 hasta agosto de 1996, presidió el Consejo Pontificio para los Laicos.
En 1995, por citar, integraba el Consejo de la II Sección de la Secretaría de Estado; y era miembro de las Congregaciones para las Causas de los Santos, para las Iglesias Orientales, para los Obispos, para la Educación Católica y para la Evangelización de los Pueblos; y consejero de la Comisión Pontificia para la interpretación de los Textos Legislativos.
Poco después, el papa Juan Pablo II lo promovió al orden cardenalicio de los obispos, confiándole la diócesis suburbicaria de Sabina Poggio Mirteto.
El cardenal Pironio, falleció en Roma en febrero de 1998. Sus restos descansan en la Basílica de Luján.

MARIANO SAAVEDRA
Paralela a Luis Braile y Miguel Vaschetti, en nuestra ciudad, existe una arteria que recuerda a Mariano Eusebio Saavedra, quien fuera legislador y gobernador de Buenos Aires.
Había nacido en el Fuerte de Buenos Aires, el 15 de agosto de 1810, el sexto hijo de las segundas nupcias del brigadier Cornelio Saavedra con Saturnina Bárbara de Otalora y del Rivero. Horas más tarde, recibió las aguas del Bautismo, en el templo de la Merced, de manos del presbítero Manuel Alberti, y apadrinado por Manuel Larrea.
Por lapso de más de un lustro, su familia debió permanecer exiliada fuera de Buenos Aires, hasta después de 1816. De regreso, junto a sus padres, Mariano Saavedra, se afincó en Rincón de Cabrera, hoy Zárate, donde su madre poseía una estancia.
Un año después de la muerte de su padre, cuando contaba 19 años, volvió a la ciudad de Buenos Aires, a raíz de una epidemia que asolaba por entonces a la provincia.
En el segundo semestre de 1832, contrajo enlace con Carmen Zavaleta (nacida el 11 de junio de 1816); matrimonio del que nacieron: Adolfo Rómulo, el 19 de noviembre de 1833; Carmen Emiliana, el 12 de enero de 1835; Carlos, el 28 de febrero de 1839; Cornelio Ernesto, el 16 de julio de 1840; Mariano Abraham, el 9 de octubre de 1842; Adolfo Pedro, el 18 de febrero de 1845; Celina Paulina, el 6 de octubre de 1852; y Zulema María Antonia, el 25 de abril de 1857.
Había logrado sostener un emprendedor saladero, en Rincón de Cabrera pero, con el advenimiento del gobierno de Rosas, volver al exilio, esta vez en Montevideo. Después de la batalla de Monte Caseros, regresó al país para dedicarse a actividades empresariales.
Además, ocupó cargos relevantes en la municipalidad de Buenos Aires, después de su creación, en 1856. De hecho, fue municipal por la parroquia del Pilar.
Más tarde, le cupo ser convencional constituyente, diputado y senador. Como así también, director y presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires.
En octubre de 1862, fue elegido gobernador de la provincia de Buenos Aires, en reemplazo del general Mitre, quien asumía la primera magistratura del Estado argentino. Volvió a ser electo, en esas funciones, en marzo de 1863, para permanecer poco más de un trienio. Durante ese período, debió firmar, el 12 de febrero de 1864 y el 2 de agosto del año siguiente, los decretos de creación del pueblo de Nueve de Julio, y reglamentario de la ley de creación de diez nuevos partidos –entre ellos, el nuestro-, respectivamente.
Cómo gobernador realizó una prolija gestión, que dio como origen importantes emprendimientos, entre ellos, la prolongación de líneas férreas, la organización de la dirección del ferrocarril, el establecimiento de nuevos juzgados de campaña, la fundación y creación de varios pueblos y partidos, y la instalación de nuevas sucursales del banco provincial.
Mariano Saavedra falleció en Buenos Aires, el 9 de febrero de 1883. Sus exequias, por expresa voluntad suya, consistieron en una Misa, y en un funeral sólo acompañado por sus hijos y nietos. Del mismo modo, había pedido a sus hijos que “cuando las ordenanzas municipales lo permitan, exhumen el cadáver de su virtuosa madre y el mío y [los] encierren en un solo ataúd”, para que “los que tanto se amaron en la vida, duerman juntos el sueño eterno”.

TENIENTE CORONEL ESTANISLAO HEREDIA
El 27 de diciembre de 1963, el Concejo Deliberante de Nueve de Julio sancionó una ordenanza designado “con el nombre de Teniente Coronel Estanislao Heredia, la calle de la ciudad de Nueve de Julio, que corre paralela a la Ricardo Gutiérrez hacia el lado oeste”. El proyecto había sido presentado por el bloque de ediles de la Unión Conservadora, a fines de octubre del mismo año; habiendo recibido el pedido de aprobación, por parte de las comisiones de Vialidad y Obras Públicas y de Presupuesto y Hacienda, el 10 de diciembre.
Estanislao Heredia había nacido en Catamarca, en 1834. El 1 de mayo de 1857, se había alistado al ejército, con el grado de alférez segundo, incorporado a la primer compañía del segundo escuadrón del Regimiento nº 5 “Granaderos a Caballo”, en Azul.
Se encontraba con su cuerpo es Sauce Grande, cuando fue graduado teniente, el 24 de julio de 1858. En febrero de ese año, había participado del enfrentamiento en Pigüe, contra los aborígenes de Calfucurá; y en marzo del año siguiente, lo hizo nuevamente, en Bahía Blanca, a las órdenes del coronel Granada.
Poco después de obtener el rango de teniente segundo, alcanzó una baja temporaria del servicio. Al reincorporarse, en diciembre de 1859, se agregó a la primera compañía del regimiento 3ª de Caballería, otra vez en Campo de Marte (Azul).
Después de participar en la batalla de Pavón, y de permanecer en diferentes puntos de frontera en la provincia, acompañó al coronel Julio de Vedia en la expedición a los Ranqueles.
Al estallar la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, se incorporó en el segundo cuerpo del ejército, a las órdenes del general Emilio Mitre. Debió participar de la toma de la batería de Itapirú, y en los encuentros de Estero Bellaco, Tuyutí, Curupaytí, Tuyú-Cué, entre otros.
En 1868, debió trasladarse a Corrientes, para sofocar la rebelión del general Nicanor Cáceres. En febrero del año siguiente, por pedido del coronel Vidal, se le confirió la efectividad en el grado de sargento mayor.
El 26 de mayo de 1871 fue designado jefe del regimiento 5º de Caballería de Línea, con asiento en el Fuerte “General Paz”, entonces partido de Nueve de Julio. Tres días más tarde, le fueron otorgados los despachos de teniente coronel graduado.
El 27 de junio de 1872, en un encuentro con los indígenas, de cuyos hechos existen varias versiones, el teniente coronel Heredia, junto con algunos soldados de su regimiento, perdió la vida.
Heredia había contraído matrimonio con Mercedes Cari. Tras su muerte, el 30 de junio de 1873, ella percibió una pensión por la mitad del suelo del empleo de su esposo. Pero, en realidad, según el coronel Julio Olivencia Fernández, la viuda y los dos huérfanos, debieron vivir “de la caridad de sus parientes, hasta que en los primeros albores de la vida, consumidos por la terrible tuberculosis, adquirida quizá en la pobreza y abandono, marcharon a otro mejor mundo”. La esposa del malogrado militar, continúa Olivencia Fernández, habría muerto “de mísera consunción”.
Los restos de los militares, muertos en esa lucha, fueron sepultados en el pueblo de Nueve de Julio. Según Jacinto R. Yaben, los restos de Heredia habría recibido “piadosa sepultura”, en la ciudad de Buenos Aires, el 17 de julio de aquel año. Sin embargo, otras obras citan que sus restos descansaría en la Pirámide que existe cercana al peristilo de la necrópolis de Nueve de Julio.
Lo cierto es que ese sepulcro, por decreto nº 89, del Poder Ejecutivo Nacional, en julio de 1982, fue declarado “Monumento Histórico”.

ENRIQUE P. CANO
En la ciudad de 9 de Julio, existe una arteria que recuerda, con sus nombres, a los hermanos Enrique y Arturo Cano, dos figuras significativas para el desarrollo cultural, intelectual y periodístico, en 9 de Julio. Precisamente, esos nombre le fueron impuestos a la calle, un año después de los decesos de ambos, ocurridos en 1970.
Enrique Patricio Cano, nació en 1893, en Luján. Era hijo de Alejandro Cano y de Teófila Cuello.
Junto a sus padres, siendo todavía un niño, se afincó en la estancia "La Casualidad", en la localidad de La Niña, en el partido de 9 de Julio.
Ingresó en la Escuela de Mecánica del Ejército, pero, al redescubrir su vocación a la enseñanza, pasó a la Escuela Normal de Maestros, donde pudo graduarse con brillantes calificaciones.
Alrededor de 1922, le fue confiada la dirección de la Escuela nº 4, de 9 de Julio. Aquí puso en práctica su talento y la profesionalidad característica.
Docente progresista, lo era en todo. Dotó a la escuela de los principales adelantos técnicos; e incorporó al programa institucional otras áreas de importancia, de modo extraescolar. De Alemania importó los últimos adelantos en cuanto a materiales didácticos de uso en el laboratorio, gracias al aporte de su comisión cooperadora.
Entre mucho, acercaba a los alumnos a la lectura de los grandes pensadores y filósofos. Tanto así que, por inspiración suya un club deportivo recibió el nombre de "Agustín Álvarez".
Por entonces, también dictaba clases en la escuela nocturna para adultos.
Las complejas, como ponzoñosas, cuestiones que se tejieron, en la década de 1920, en el seno de la Unión Cívica Radical, el profesor Cano debió hacer frente a fuertes presiones. Estas terminaron por exigirle un traslado, en calidad de relevo, a una escuela rural del partido de General Pueyrredón, en la provincia de Buenos Aires, que rehusó.
A raíz de su alejamiento de la docencia, fundó el periódico "El Gráfico", en abril de 1928. Este bisemanario, que pudo hacer escuela en el periodismo de 9 de Julio, era impreso en las instalaciones propias, ubicadas en la esquina de Mitre y San Juan, donde funcionaba también la redacción. Así, alejado en parte de la tarea educacionista, abrazó el periodismo.
Pronto se unió a las filas del Partido Socialista, constituyéndose uno de los referentes mas importantes en nuestro medio. Tal es así que pudo ser candidato a algunos cargos importantes, en diversos períodos.
No sólo colaboró activamente en la fundación del Club "Agustín Álvarez", también lo hizo cuando comenzó formarse la biblioteca de la institución. Donó los primeros libros, una edición de las obras completas del patrono del Club, una enciclopedia y otros títulos menores.
También el en periodismo, a raíz de su postura netamente esclarecedora, debió soportar persecuciones.
Como docente, además, durante largo tiempo dictó cátedras en el Colegio Cavallari y, luego, en la Escuela Nacional de Comercio.
A lo largo de su vida, asimismo, integró las filas del Círculo de Periodistas de 9 de Julio, y la Asociación de Maestros; participando en la fundación de la Federación Cultural de esta ciudad y presidiendo la Biblioteca Popular "José Ingenieros".
Enrique Cano falleció en La Plata, el 4 de agosto de 1970.

ARTURO A. CANO
Arturo Arsenio Cano, hermano de Enrique, nació en el partido de 9 de Julio, en 1898.
A los 14 años, por causa de la viruela perdió la visión. Aún así la ceguera tan temprana, no le impidió adquirir una formación, llena de sapiencia.
Periodista culto, su prosa era amena, y manejaba un acabado discurso. En 1928, cuando su hermano fundó “El Gráfico”, le confió un puesto clave: la secretaría de redacción.
Un secretario solía tomar dictado de sus notas. Su hermano Enrique, director del periódico, nunca daba a luz un escrito de relieve sin antes consultárselo.
Era extremadamente bondadoso, no con a la manera de la lisonja superficial. Por el contrario, su bondad era honda. En su casa de Catamarca (hoy Ramón N. Poratti) 262, entre Robbio y Mendoza, se integraban numerosas tertulias y pláticas amistosas. En torno "al mate" o "al asado", se debatían interesantes temas de actualidad. Muchos jóvenes de entonces oían las palabras de aquel maestro que, aunque privado del órgano visual, podía ver muy lejos.
Hacia enero de 1944, después de ser clausurado "El Grafico", los hermanos Cano fundaron "El Artesano". Esta vez, la dirección estaba a cargo de Arturo... No debió transcurrir mucho tiempo, para que este fuera también cerrado.
Durante varios años, ocupó el cargo de bibliotecario en la Biblioteca Popular que dependía del Club y Biblioteca “Agustín Alvarez”. Allí era frecuente verlo leyendo sus libros en alfabeto Braile. Aún se conservan algunos de sus libros, tal como el Evangelio de Lucas (The Gospel of St. Lucke), editado por la The British and Foreign Bible Society.
Admiraba el buen arte. Solía ejecutar el piano con cierta maestría.
Arturo Cano, falleció en La Plata, el 3 de julio de 1970. Un año más tarde su nombre le fue impuesto a la Biblioteca Popular que hubiera dirigido.
Roberto B. Tarantino, periodista de “El Gráfico”, y uno de aquellos jóvenes que compartían las reuniones en “la casa de los Cano” (o “El Rancho Grande”) en un poema que tituló "Muerte del hombre árbol", lo describió afirmando, entre otros versos:
“En la excelsa grandeza de su mundo,/de su mundo de horizonte ilimitado, /
proyectándose augusto/ en la claridad de su visión profunda,/ vivió/ como vive el árbol, /como ‘hombre-árbol’, / enraizadas sus bases en la tierra, jardín de las flores de su esencia”.
“Sacudidas sus ramas/ no pudieron tempestades/ doblegar su enhiesto tronco,/ manteniéndose erguido/ hasta la sentencia inapelable/ de la ley inclemente de Natura”.
“Murió/ dejando en derredor,/ como el árbol deshojado del invierno,/ tristeza,/ desolación,/vacío”.
También, Eduardo N. De Risio, quien bien le conoció, cierta vez afirmó que "lo amábamos porque era demasiado humano y generoso, optimista y de alegre corazón, que curaba en triste mal metafísico de los introvertidos con su palabra cálida y retozona”.

NICOLÁS L. ROBBIO
La verdadera designación de esta arteria de la planta urbana de 9 de Julio, es Nicolás L. Robbio y no Nicolás H. Robbio.
Nicolás Liberato Robbio, destacado líder conservador del antiguo Partido Autonomista Nacional, había nacido en Buenos Aires, el 17 de agosto de 1846, hijo de Nicolás Robbio y de Leonor Martínez.
Como su tío Juan Robbio, también dirigente político, poseía una fracción de campo en el Partido de Bragado, le cupo a su padre la administración de este, trasladándose a aquel distrito.
Mas tarde, promediando la década de 1870, el joven Nicolás L. Robbio, pasó a formar parte del vecindario de 9 de Julio.
Contaba 28 años, cuando contrajo matrimonio –en segundas nupcias- con Dolores Venegas, matrimonio del cual nacerá –entre otros hijos- Nicolás H. Robbio, otro descollante hombre público.
Nicolás L. Robbio, tuvo una por demás destacada actuación social y política en 9 de Julio. Pudo desempeñarse, en varios períodos, como: comandante militar, juez de Paz, concejal y presidente del Concejo Deliberante, presidente de la Municipalidad, intendente municipal, consejero escolar, comisario de policía, senador y diputado ante la Legislatura provincial, defensor de menores; además de ser distinguido, con diversos cargos, en la dirigencia de su partido.
También, después de producirse la autonomía del Partido de Carlos Casares, radicado allí, tuvo amplia como destacada actuación.
Falleció en Carlos Casares, a las 9 horas del 28 de octubre de 1914. Un día más tarde, el Concejo Deliberante de 9 de Julio sancionó una ordenanza, por la cual imponía su nombre a la entonces calle Córdoba.

TOMÁS COSENTINO
De nacionalidad italiana, Tomás Cosentino había nacido en 1874. Junto a su madre, en 1888, inmigró a la República Argentina, radicándose primero en Buenos Aires. Allí se empleó en un comercio, situado en la calle Entre Ríos, por un suelto de 10 pesos. Más tarde, debió ingresar a trabajar a una obra en construcción, como peón de albañil; donde al poco tiempo –demostrando su talento- fue ascendido a oficial y luego a director de la obra.
En 1893, en compañía de algunos amigos, se trasladó a la localidad de French, en el partido de 9 de Julio, donde arrendó una fracción de 160 hectáreas, del campo de los hacendados Núñez Monasterio. Desde entonces, iniciará su tarea de agricultor, la cual, después de luchas y dificultades, le permitirá formar una sólida posición.
Como propietario de la red telefónica, contribuyó al progreso de la ciudad, extendiéndola considerablemente, además de brindar un destacable servicio.
Además, desempeñará relevante accionar como: vice-cónsul de Italia en 9 de Julio; presidente de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos, desde 1917 hasta 1918, y desde 1928 hasta 1929; presidente de la Comisión Pro-Fomento Edilicio de 9 de Julio, hacia 1926, donde trabajó para la construcción del Parque y el embellecimiento urbano de la ciudad; miembro de la junta directiva de la Sociedad Rural de 9 de Julio, entre otras.
Pero, su nombre habrá de ser recordado, como fundador y dinámico luchador en el movimiento comunitario que dio origen a la Usina Eléctrica Popular.
Falleció en 9 de Julio, el 25 de julio de 1936. Su nombre, le fue impuesto a la antigua avenida Río Uruguay.

1 comentario

patricia banchero -

Hector, me reslta apasionante la historia de 9 de julio, me gustaria, que inviten a las escuelas, y mas a los alumnos de la primaria, a partir de tercer grado que considero son los que pueden apreciar lo que se exibe en el museo a invitarlos a concurrir con visitas guiadas y luego presentar algun trabajo relacionado para festejar el cumpleaños de nuestra ciudad...saludos y segui asi...